Pues primero fue porque salí el jueves a
cenar por ahí con mis amigas. No fue una farra desmedida, de esas de HÚ-HÁ! y
bragas por la cabeza, pero tuvo su aquel . Una cena rica, un postre mejor y una
botella de Carmelo Rodero de las que se hacen querer. Al día siguiente no madrugué. Mi churumbel me
dejó dormir hasta las diez y después de los quehaceres domésticos, nos surgió un asunto ineludible. A saber: La
abuela de mi hijo y por añadidura mi madre le regaló a mi único hijo y también
por añadidura su único nieto, la granja maletín de Playmóbil. Como todo lo de
Playmóbil es preciosa.
Tiene gatitos, conejos, palomas, caballos, cerditos… Lo
que no tiene es perro, cosa que me intriga tremendamente ¿Cómo se les ha podido
olvidar? ¿Cuándo se ha visto una granja sin perro? Nos encantó el regalo pero claro,
había que montar la cerca, guardar los gochines dentro, meter los conejos en las
conejeras, poner los sombreros a los granjeros y a los granjeritos, colocar el
saco de cereal, el heno y las alpacas en el desván de la granja (doblado o
sobrado en las casas extremeñas), hacer un huerto con las lechugas, las
coliflores y las zanahorias… Un trabajo… Ocupadísimos, estuvimos ocupadísimos.
A eso de las doce, cuando más enfrascados estábamos, me puse un poco revuelta
del estómago. Aunque se me pasó enseguida, el dolor me mantuvo inoperativa
durante un rato. Conste aquí. Después llegó la hora de comer, después la
siesta, después la merienda… A las cinco recibimos la visita de una amiga y
tomamos café con pastas. Muy ricas. A
eso de las seis y media salimos a dar un paseo para contemplar la iluminación
navideña de Gijón. No he mencionado que estoy pasando unos días de vacaciones
por aquí.
Paseo de Begoña, Calle Corrida (no os podéis imaginar la de
explicaciones que tengo que dar yo en Cáceres con el nombre de esta calle),
Moros, Plaza del Instituto, Menéndez Valdés, Plazuela San
Miguel y calle Uría. Ese fue el recorrido. La iluminación está chula pero la
encontré un poco más sobria que el año pasado y el anterior. O eso me parece a
mí. Después regresamos a casa y empezamos con las rutinas habituales: el baño,
la cena, una peli de Winnie the Poo emocionantísima… En fin, que se me pasó el
día volando.
Pues por todas esas razones, todas de vital importancia como podéis
comprobar, NO PUDE PUBLICAR POST AYER. No tenía nada preparado y ni tiempo ni arte
para improvisar algo. Creí que nadie se daría cuenta, que mi ausencia no se notaría, pero hubo quien me dio toques de atención y quien me regañó
directamente. Me inquieta y halaga a partes iguales. A los lectores que me
echaron de menos, a mis incondicionales (que alguno tengo), sólo puedo decirles
que lo siento y que no tengo argumentos de peso para excusarme. En lugar de
sentarme delante del ordenador y ponerme a trabajar, le dediqué el día a hacer
el vago. A dormir, a jugar con el crío,
a pasear por la ciudad…
Ustedes me perdonarán el egoísmo.
ROSA
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