Me dice mi amiga Mamen que el blog nos está quedando muy light. También me dice que es genial, pero eso no lo menciono aquí para que no me digáis vanidosa. Prefiero pecar de humilde, que es más mi estilo. Eso me dice, que nos está quedando light. Me sugiere que para darle chispa hable de “las conversaciones de chicas” o de “los tipos de hombre”. Mamen es una descerebrada. No tiene en cuenta, primero, que esto lo lee mi padre y, segundo, que queremos que sea para todos los públicos, que lo lean en la Conferencia Episcopal, por ejemplo, con total tranquilidad.
Pero claro, eso se dice fácil. La malapécora que vive dentro de mí me susurra al oído que ambos temas tienen su gracia. Que pueden dar juego para el debate o el cachondeíto en los ambientes más selectos e intelectuales, que son los ambientes por los que se mueven todos los lectores de este blog. Y yo, que dejo salir muy pocas veces a la malapécora (pobrecina), me apiado de ella y le digo “Bueeeeno, vaaaaale... me lo pensaré” Y aquí estoy, elucubrando sobre las cosas que me plantea la Mamen. Recuerdo conversaciones fantásticas con ella cuando nos íbamos a pasar el fin de semana por ahí. Conversaciones a corazón abierto hablando sobre lo divino, lo humano y sobre todo, sobre “ellos”. Más sobre los “ellos” de ella que sobre los míos, que yo no he tenido nunca tanto tirón. Conversaciones hasta las tantas Caipiriña en mano y fuego en la chimenea. Ahora todo es distinto, primero porque ya no nos vamos de “finde” y segundo porque hemos madurado y tenemos otras responsabilidades. Lo digo con cierta nostalgia, no sé si se adivina por el tono. Aquella era una época en la que las dos llevábamos vida y hacíamos cosas "de solteras”. Mamen sigue ejerciendo pero yo ya me he retirado. Ya no soy joven y alocada como antes. Que nadie se alarme, la vida de soltera implica ciertos excesos, pero en mi caso, nada que no se arreglara con un ibuprofeno. Ya dice el refrán: “No hay noche sin desenfreno sin mañana de ibuprofeno”. Para las cosas del querer también he sido tranquilona aunque no me falta cierta experiencia y desde ella y desde lo que recuerdo de aquellas conversaciones, puedo concluir algunas cosas a tener en cuenta:
1ª -Que los “canallas” que nos gustaban cuando teníamos veinte no nos molan nada cuando tenemos más de treinta. Puedo equivocarme pero cuando detecto a un malote de estos puedo oler el drama. Siempre hay alguna masoquista con querencia a arrimarse a este tipo de hombres, pero como leí el otro día “tropezarse no es de tontos, encariñarse con la piedra, sí”. No digo más.
2ª -Que no nos gustan nada los que están sin destetar. ¡Uf! ¡Fuera, fuera! “Mi madre esto lo hace así”, “Mi madre esto lo cocina asá”, “¿Llamamos a mi madre para ver qué opina?” Si escucháis esto a menudo, huid. O encariñaos mucho con vuestra suegra, que seguramente es una opción mucho más inteligente.
3ª -Que también hay que alejarse de los que se parecen a tu padre. Parece que también tenemos debilidad por estos. Son previsibles, buenazos, paternales, protectores... y terminan por aburrir un montón.
4ª -...Y de los que quieren dar lastimilla. “No me dejes”, “Sin ti yo me muero”, “Qué sería de mí sin tí”. ¡JA! Y luego, cuando rompéis tardan un nanosegundo en liarse con otra. ¿A que conocéis algún caso parecido?
Lo dejo aquí, que este post me ha salido muy radical. Hablo como si fuera una mujer despechada y no es el caso y parece que creo que todos los hombres son malos, cuando ni por asomo es mi opinión verdadera. La culpa es de Mamen, que me ha picao. Sirva esto, al menos, para crear un poco de polémica y para que me repliquéis en los comentarios. Otro día, para compensar, os hablo de por qué nos gustan tanto los argentinos, los uniformes o los chicos con barba y gafas (bueno, qué pasa, a mí me gustan).
Y acabo con una cita de la actriz Zsa Zsa Gabor, que después de nueve matrimonios dijo: “Quiero a un hombre amable y comprensivo. ¿Será pedirle mucho a un millonario?”. Qué jodía.
Amiga mía creo que aunque escriba nada más leerlo, es imposible transmitir todos los sentimientos que me has provocado.Hasta has conseguido que a esta chica dura se le escape una lagrimilla con tantos buenos recuerdos pero enseguida me has hablado de hombres y se me ha cortado el rollo.Creo que me plantearé un blog solo para hablar de ellos y a ver si guío a alguna descerebrada que crea que no puede ser feliz sin un hombre a su lado. Añado a tu lista de tipos de hombres la clasificación por su físico...todos los hombres tienen cara de perro, pájaro o tortuga (estos últimos son los más dificiles de encontrar y cuidado con confundirlos con los cara-perros).Pues sí, puedo decir que soy una loca soltera por convenimiento no porque no lo haya intentado, jajajja.Gracias por este guiño y por ser como eres.Solo diré que en unos días viajo a Argentina y quien sabe si me traeré de recuerdo a algún boludito, por eso de no perder las costumbres y seguir investigando a la raza masculina.Ah!! soy esa a la que llaman en este post descerebrada
ResponderEliminardesde ARGENTINA,.....exelente!
ResponderEliminarMira que sois previsibles, como a todas, os gustan los hombres sofisticados, alegres, con buena conversación, ni gordos ni delgados, ni guapos ni feos, pero sobre todo que la tengan grande !!!Cordero de día y lobo de noche.
ResponderEliminarPrimero Anónimo, darte las gracias por los muchos comentarios que haces y después decirte que te equivocas de cabo a rabo (bonita expresión) en muchas de tus afirmaciones: No somos previsibles, no nos gustan los hombres sofisticados y si nos dan a elegir, nos gustan delgados y guapos. Respecto a lo demás, sí que te doy la razón: Nos gustan con buena conversación.
ResponderEliminarpero no eran altos y con barba... bueno, bueno, todo el mundo tiene derecho a cambiar de opinión, no es ninguna deshonra la contradicción.
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