Sé que hace varios días que no me asomo por aquí y mentiría si dijera
que he estado ideando nuevos y fantásticos posts para este blog. He estado
ideando nuevos y fantásticos posts para este blog.
Me tienen un poco preocupada los misteriosos mecanismos de mi mente. Sé
que quien más y quién menos tiene sus propias paranoias pero lo mío me tiene
pelín asustada. Creo que tengo una obsesión con los dientes. Puntualizo: tengo una obsesión con mis dientes. Los de los demás me interesan un poco pero sin llegar a obsesionarme.
El asunto es que a mí no se me puede hacer ninguna apreciación acerca de mi
dentadura porque me trastorno y por la noche tengo pesadillas horrorosas. Sueño que se me cae. Es el
único sueño recurrente que tengo. Se me repite una y otra vez siempre que
durante el día ocurre algo relacionado con dientes, algo de índole dental. Ayer mi madre me dijo
que no tomara tanto té, que el té amarillea el esmalte. Para qué quieres más,
fue comentario suficiente para despertar todos mis fantasmas.
- Normalmente sueño que se me caen los dientes de abajo. Empiezo a notar que se me mueven al tocarlos con la lengua y zas, zas, zas, de uno en uno se me van soltando de la encía. Horror, terror, pavor. Esta noche, para más inri (me encanta esta expresión), ha ocurrido algo escalofriante. Soñé que se me caían todos. Los de abajo y los de arriba. Estaba angustiada, vagando de un lado para otro con todas las piezas (incisivos, caninos, molares y premolares) metidas en una bolsita transparente de cierre Zip, como si fueran un puñao de fabes. Iba pensando en los cuatro años de ortodoncia tirados por la borda, en si me compraba una dentadura de las de Corega y Algasiv o si me hacía un implante o dos al año haciéndolo coincidir con las pagas extraordinarias. También barajaba la posibilidad de hacerme con un juego de fundas de esas que se puso Bustamante o Kiko el del Sálvame que además tienen la ventaja de que se ven en la oscuridad y no tienes que encender la luz si te tienes que levantar a hacer pis por la noche. Deseché enseguida la idea. Es imposible poner fundas si no tienes nada donde anclar los postizos y yo tenía la encía más despoblada que la Antártida en invierno.
Qué alegría más grande cuando me desperté. Es lo único bueno de las
pesadillas, el alivio al darte cuenta de que el motivo de tu sufrimiento no es real. Antes de volver a
dormirme y para mi mayor tranquilidad me pasé la lengua por toda la boca para
hacer inventario. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… veintisiete. Bien, están
todos.
Haciendo caso a mi amiga V. consulté una web sobre interpretación de sueños y casi me da un
tabardillo cuando leí esto. Corto y pego a continuación:
“Soñar que se les caen los dientes representa su temor a hacer el
ridículo en la vida real. Le falta la seguridad necesaria, para realizar una
tarea específica y le preocupa, que los demás se rían de usted. En los sueños
los dientes representan fuerza - los utilizamos para morder, romper,
masticar... En este sentido, si en su sueño se caen o se rompen, significa, que
en la vida real siente que no logra que los demás escuchen su opinión sobre un
tema concreto o en general. Tal vez está en una situación o una relación que le
hace sentirse inseguro. Debe recobrar la seguridad en sí mismo y debe aprender a
expresar su opinión y sus ideas con mayor decisión.
Soñar que se le caen los dientes también presagia la muerte de un
familiar, la pérdida de dinero o de algún objeto valioso.
Si se le caen los dientes de arriba, le anuncia la muerte de una
persona importante y valiosa.
Si se le caen los dientes de abajo, le anuncia la muerte de alguien,
pero a Vd. no le representa ninguna pena grande.”
Estoy fatal. Sé que voy a perder algún objeto tremendamente valioso o que se
va a morir una persona cercana. O peor, que voy a perder dinero y no puedo hacer nada por evitarlo (un poquito
de humor negro, que me encanta). Vaya panorama. Ojito parientes, amigos y asimilaos. Mirad bien
dónde pisáis, lo que coméis e intentad evitar los accidentes domésticos que
luego pasa lo que pasa. Y que nadie me
vuelva a mencionar nada de mis dientes, por dios, que no lo soporto más.
Aunque, si soy sincera, he de reconocer que a mí lo que me jode en realidad es que
no venga el Ratoncito Pérez.
ROSA