viernes, 28 de junio de 2013

VÍA CRUCIS

Voy a aprovechar que tengo un blog para enseñaros algo chulo. Los blogs también sirven para eso ¿no? Se cuelgan vídeos, se recomiendan webs, se pone música... Esta vez se trata de un artículo. Cuando leo algo en un periódico o revista que me toca la fibra o me llama la atención, lo recorto y me lo guardo. En mi mesa de trabajo tengo una carpeta llena de recortes y a veces me gusta releerlos. Este, en concreto, lo llevaba en la cartera desde tiempos inmemoriales, al lado de una tirita roñosa y de la primera ecografía de mi hijo*. Es de Marc Villanueva, un columnista estupendo al que he perdido la pista. Trata sobre el desgaste del amor, la pasión que se acaba y demás martirios. Creo que os gustará mucho.  Lo tituló "Vía Crucis".

 "En ocasiones veo muertos. Se lo juro, es gente que está junto a mi mesa en el restaurante y que solamente asegurarías que están vivos porque sorben la sopa. Se trata de parejas de larga duración que salen a cenar solas. Apenas cruzan las miradas, parece como que han agotado las palabras de dos o más sílabas. No es necesario que estén casadas, puede que tan sólo lleven demasiado tiempo juntas. Es oficial: la pasión eterna no existe, es un bulo que alguien hizo correr para vender colonia. Es una cuestión de piel, llega un momento en que las parejas ya no se tocan, les repele la epidermis de su compañero, lo cual es desesperante e injusto; pero todo lo que tiene que ver con la piel es injusto, como el racismo, la celulitis o el acné.

Los  científicos  dicen  que  la desaparición  de la pulsión bioquímica que nos mantiene enamorados es algo natural. ¿Natural? También lo son las tarántulas, las legañas o el pescado en descomposición, y no por eso nos gustan. Sólo hay una cosa más difícil que enamorarse: permanecer enamorado. Y si hoy este artículo trata del amor no es sólo por la primavera o porque los columnistas seamos seres lastimeros que evacuamos nuestra neurosis en papel de periódico, sino porque las estadísticas mandan y dicen que, al regreso de las vacaciones, aumenta el número de divorcios. Es como si la vida en pareja sólo funcionara por franjas horarias: si se convive de 8 a 12 de la noche no hay problema, pero si se comparten las 24 puñeteras horas del día, el amor es derrotado por preguntas aparentemente inocuas del tipo "¿estoy guapa?", "¿te molesta si viene mi madre a cenar?", "¿no te dije que llamé a mi ex en fin de año después de que tú te fueras a dormir?" Aviso para despistados: la pregunta "¿me ves gorda?" es una granada de mano, manéjenla con mucho cuidado, no traten de contestar, intenten desactivarla, corten el cable rojo, ¡el rojo! Una vez quise responderla, lo hice con una sonrisa que yo creía de astucia, pero en realidad era de ignorancia. Aún noto el muñón.

   La moraleja es que si tras las vacaciones pusieron fin a una relación afectiva, ello no debe frustrarles. De las múltiples curas paliativas propongo que, ante la moda del reciclaje, las autoridades incluyan un nuevo contenedor en las calles, junto al verde, al azul y al amarillo, uno rojo para los recuerdos de nuestras anteriores parejas. Allí depositaríamos recuerdos con los cuales no sabemos qué hacer, como aquellas cartas de amor que ahora nos parecen cartas marcadas de póquer, o las entradas para aquella película que jamás vimos terminar, o la corbata que sólo hacía juego con el color de sus ojos... Yo de mi última pareja sólo conservo una pelota hinchable de playa, pero no se precipiten, no soy un hortera, sino algo peor: un romántico. La guardo porque aún contiene su aliento."


* Si pincháis la foto veréis en la ecografía que mi hijo se estaba chupando el dedo.

ROSA

2 comentarios:

  1. Al final va ha tener razón mi anciano amigo Pepe; " lo más parecido al matrimonio es el metro; todos los que están dentro quieren salir y los que están fuera están desesperados por entrar". Esto no se entiende...
    Si el batiburrillo amor-rutina-cariño-aprecio-acostumbramiento... Nos aplatana indefectiblemente, cuando salta la chispa del sexo todo se convierte en una Florida primavera...

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  2. Es de mala educación hablar mientras se come, jajajaaj

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