Imagino que a estas alturas ya casi todos
conoceréis la historia de Paco y Tommy Torres. No es muy nueva, lo sé, pero
nunca dijimos que este blog se hiciera eco de asuntos de rabiosa actualidad.
Para los que no estéis al tanto os hago un breve resumen: Paco es un chico
chileno que está enamorado perdidamente de una chica, casi seguro que chilena
también. Enamorado hasta las trancas. Como la susodicha es fan de Tommy Torres,
cantautor puertoriqueño romántico donde los haya, le escribe una carta para pedirle
ayuda. A continuación corto y pego:
"Querido @tommy_torres:
No se si tu realmente lees
estas cartas pero no pierdo nada con intentarlo. Te escribo para pedirte algo
que para mí es de vida o muerte. No pienses que exagero, es la verdad.
Hay una chica que, no te
imaginas como, pero no sale de mi cabeza. A ella le encantan tus canciones y al
parecer tu para estas cosas eres muy elocuente y pues te imaginas ya lo que te
quiero pedir... ;-)
El problema es que con
ella, a mi ni me salen las palabras!! y quizas tu pudieras ayudarme a decirle,
de una forma muy poética, que yo me muero por ella. Es que eso del romanticismo
a mi no se me da tan fácil como a tí. Anda, dame unas lineas bonitas que le
saquen mil suspiros. Porque la verdad decirle que la amo y nada mas... no se si
eso bastará.
Espero tu respuesta y tu
ayuda. Gracias.
El
cantautor leyó la carta y decidió componer una canción con ella respetando el
texto casi literalmente (no sé si también las faltas de ortografía). La incluyó
en su album “12 historias” que salió a la venta el pasado mes de Octubre. Esta
historia y el vídeo de la canción se han convertido en un fenómeno en las redes
sociales. Siento comunicar que de Paco no se ha vuelto a saber nada. Ha eliminado su cuenta en
Twitter y, aunque hasta el cantautor le ha hecho algún que otro llamamiento, no
ha querido salir de su escondite y contarnos si todo terminó con un final feliz. Qué lástima, no saber si triunfó el amor, si Paco consiguió sacarle mil suspiros a su chica.
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Mi amiga, a la que llamaremos Piscis,
morenaza salerosa y espectacular, estaba loquita por los huesos de Capricornio.
Era verano y habían ido a la playa en lo que parecía una cita comodiosmanda. Se bañaron juntos. Emoción, intriga, posibilidades de
éxito. Ahí tienes a nuestra Piscis sacando pecho, metiendo barriga, exhibiendo
la mejor de sus sonrisas, destilando dulzura por todos sus poros... todo un
despliegue de medios. Quiso el destino que Capricornio percibiera las señales que Piscis emitía y, ni corto ni perezoso, se dispuso a hacer una maniobra de acercamiento. Una caricia casual, algo discreto. Como que no quiere la cosa le quitó de la
nariz algo que parecía una motita casi inapreciable, un minúsculo grano de
arena. Ay Capri, qué error. Lo que ambos
desconocían, y que es Vox Pópuli entre cualquier madre de críos pequeños en la
actualidad, es que el agua marina es tremendamente eficaz para despejar las
vías respiratorias y eliminar el exceso de mucosidad de la nariz. Vamos, que
Capricornio descubrió que la inofensiva motita era un mocazo en toda regla. Si
bien es cierto que no era muy grande, cuentan las malas lenguas que era increíblemente elástico. Ella no sabía dónde mirar, él no sabía qué hacer. Cuanto más intentaban disimular, más complicado era deshacerse del moquete. No entro en detalles, que luego me dicen escatológica.
Y aquí termina la historia. Mi amiga Piscis me ha dicho
que no quiere recordarla mucho porque aún se siente abochornada. De hecho me ha
prohibido citar las nombres de los verdaderos protagonistas. No supo más de
Capricornio. No quiso llamarle ni que él lo hiciera. C'est fini. Adios. Au revoir. Arrivederci. (Estoy diciendo adios con la mano, como si fuera una infanta).
Así se rompió una bonita relación en
ciernes. Cada uno por su lado y si te he visto no me acuerdo. Qué penilla. No
están las cosas para ir por ahí desaprovechando historias de amor. Y menos por un
triste moco, jolines.*
ROSA
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