Y como diría mi amiga Violeta, no tengo edad. El médico de mi madre dice que a partir de los cuarenta empiezas a sentir todo el cuerpo. A notar que lo llevas, vaya. Si yo hago hoy inventario tengo más de siete síntomas. A saber: relacionados con huesos, dolor de las rodillas y espalda; de órganos internos, retortijones de ovarios y acidez de estómago y derivados de la primavera, los ojos inyectados en sangre y como dos puñaladas en un tomate y la nariz congestionadísima.
Estoy hecha una piltrafilla humana. Si muevo la cabeza, muevo el pie, muevo la tibia y el peroné noto que el esqueleto me cruje. Quiero pensar que no estoy vieja, que estoy crujiente pero no sé yo. Además estoy lacia. Floja, blanda. Cuando digo blanda no me refiero precisamente a la turgencia de mis carnes, que también, sino a la de espíritu. ¿Será astenia primaveral? Tiene que serlo porque yo de normal no soy así. En otras circunstancias, ahora mismo me calzaría las zapatillas de deporte, me pondría las mallas, la cinta del pelo, los calentadores, el emepetrés y hala! a correr! Pero así no, que va, que va, de ninguna de las maneras. Hoy no voy a hacer deporte. Si mi culo sigue entrando en caída libre sé que terminarán por picármelo las palomas, pero prefiero asumir el riesgo.
No tengo ganas de ná. Menos mal que no tengo mucho que hacer hoy. Tengo que acompañar a mi hijo a la pisci. Qué desfachatez, qué mentira más gorda acabo de soltar. Como no me gustan las piscinas (ni que se me moje el pelo y estropeen los rizos, ni estar perfectamente depilada siempre, ni cómo me sienta el gorro ese maldito...) he liado a mi padre para que vaya con su nieto. Aclaración: mi hijo es chiquitín y no puede ir solo. Lo dicho, que el güelito además de pagar el cursillo (¡esos abuelos como molan, se merecen una olaaaaa!!!!), acompaña al nieto religiosamente todos los lunes y los miércoles. Un lujo. Lo peor es que en la piscina se tiene que quitar las gafas y a veces se confunde de niño. Y desde aquí hago un llamamiento: Científicos del mundo ¿para cuando las gafas progresivas inempañables? Jolines, tanto avance tecnológico, tanta gaita y no inventan las cosas importantes y supernecesarias... Yo me pondría al tema, pero es que hoy estoy tan lacia...
No tengo ganas de ná. Menos mal que no tengo mucho que hacer hoy. Tengo que acompañar a mi hijo a la pisci. Qué desfachatez, qué mentira más gorda acabo de soltar. Como no me gustan las piscinas (ni que se me moje el pelo y estropeen los rizos, ni estar perfectamente depilada siempre, ni cómo me sienta el gorro ese maldito...) he liado a mi padre para que vaya con su nieto. Aclaración: mi hijo es chiquitín y no puede ir solo. Lo dicho, que el güelito además de pagar el cursillo (¡esos abuelos como molan, se merecen una olaaaaa!!!!), acompaña al nieto religiosamente todos los lunes y los miércoles. Un lujo. Lo peor es que en la piscina se tiene que quitar las gafas y a veces se confunde de niño. Y desde aquí hago un llamamiento: Científicos del mundo ¿para cuando las gafas progresivas inempañables? Jolines, tanto avance tecnológico, tanta gaita y no inventan las cosas importantes y supernecesarias... Yo me pondría al tema, pero es que hoy estoy tan lacia...
ROSA
NO WOMAD, NO CRY
Aquí os dejo unas fotos del Womad para que os hagáis una idea de la que se lía en esta ciudad. Son de un amigo que me ha dejado claritas dos cosas: La primera que él no fotografía músicos ni escenarios, sino el ambiente y la segunda que no le mencione. Ahí queda eso.
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©J ESTEBAN |
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