Me voy a
permitir la licencia de utilizar este blog como un confesionario virtual para poder opinar públicamente sobre un hecho que causará cierto estupor
en alguna que otra persona, y probablemente no tendré con esto muchos adeptos. Pero ya lo dice mi amiga Rebe, que soy como un proyecto de integración social. Además, qué se le va a hacer, en esta vida no todo el mundo piensa por igual, lo importante es respetarnos los unos a los otros y ser buenas personas. Y aquí os resumo cual es esta pequeña confesión:
No me gusta
hacer regalos cuando estoy obligada a hacerlos.
Lo que para
algunos resultará una tontería, no lo es tanto para mí. Y os voy
a explicar por qué.
Por lo general
soy una persona detallista. Intento tener detalles con mi familia, amigos y
demás personas cercanas, pero me gustaría que la sociedad no me impusiera
cuando debo o no debo hacer un regalo. Está claro que nadie me va a prohibir
nunca tener un detalle con un persona, pero lo que sí me obliga (hablo de obligación como un condicionamiento social), es a
hacerlo en fechas señaladas.
Tal vez todo
sea porque en mi familia no solemos hacernos regalos de Reyes, cumpleaños, San
Valentín, etc y menos aún el día del
santo, (que todavía no entiendo como hay gente que celebra el día del santo), y
por eso tengo tal desapego a regalar en
este tipo de celebraciones. Probablemente se deba a ésto, pero lo cierto es que
lo que más me gusta es tener detalles con la gente que necesita algo en un momento puntual de su vida, o bien cuando ves en una tienda algún objeto que te recuerda a él o a ella y decides comprarlo o cuando esa persona está
pasando un buen o incluso un mal momento, o bien porque te apetece hacerlo sin más.
Por el mismo
motivo no entiendo porque se tiene que regalar o dar dinero en una boda. ¿No se
trata de una invitación?. Por eso no me suelen gustar este tipo de
celebraciones, porque no dejan de ser un negocio, como las Navidades, como San
Valentín, etc. ¿Porque sea el día del padre tengo que darle un regalo a mi padre por narices? ¿No vale dárselo otro día porque me apetece o porque necesita algo y yo me voy a adelantar para conseguírselo? ¿No es padre el resto de los días del año? ¿Porque sea el día de San Jordi tengo que comprar un libro y una rosa, que cuesta el doble que un día normal, y regalárselo a alguien que igual ni lee o tiene alergia a las flores?.
Los mejores
regalos que he recibido en mi vida, son aquellos que no me los esperaba y los regalos no materiales, que aunque os parezca cursi, son aquellos que consistan en un abrazo, en una llamada , en un frase a tiempo…
Y no es
equivoquéis que no se trata de una cuestión de egoísmo, porque no exijo a nadie
que el día de mi cumpleaños me regale nada, o que el que vaya a mi boda me de
un sobre con dinero, o que en el día de reyes mi árbol de Navidad esté inundado de regalos para mi. Ya os digo que no se trata de lo más importante en
esas fechas, sino el sentirte querida
por la gente que aprecias y que te rodea, al margen de resultar sensiblera.
Tampoco se
trata de una cuestión de tacañería, porque no lo soy. Mi compañera
de blog y yo nos conocemos desde muy pequeñas y nunca nos hemos regalado nada en
nuestros respectivos cumpleaños. Y si lo hemos hecho ha sido pura coincidencia y siempre algo simbólico. Cuando hemos visto un detalle en alguna tienda, que nos ha recordado a la otra persona, lo hemos adquirido para regalarlo
posteriormente y ha sido fantástico.
El otro día
escuchando un programa de televisión, un humorista exponía las claves para ser una persona con éxito y tener un alto poder adquisitivo: su fortuna acumulada se basaba en no dar
propinas, no dar limosnas y no dar regalos. Yo no estoy del todo de acuerdo
con sus argumentos, pero lo que si es cierto , y al hilo de lo que el cómico
narraba, es que se gasta muchas veces dinero en detalles que a veces no valen para nada, o se compran regalos
“ a carreras” para por lo menos “no ir con las manos vacías”. Pero no había
fondo en los regalos, ese fondo que yo llamo “regalos de corazón”.
Yo quiero
mucho a mi gente, a mis amigos, a mi familia, a mi pareja, y no necesito
demostrarlo con regalos, pero sí con ciertos hechos, que a veces por desgracia
estamos escasos de ellos. E incluso con regalos, por supuesto, pero no cuando el calendario me lo imponga o hacerlos por el simple hecho de no quedar mal.
Pero en esta pequeña confesión tengo dos excepciones y por ende, dos debilidades: los niños y mi npm. Los
niños porque creo que siempre, y con moderación, les hacemos felices con los
regalos, en cualquier fecha, aunque ésta sea señalada. Y mi npm porque al pobre
siempre le voy a exigir más que a los demás.
Que sepáis que
cuando yo regale algo a alguien, aunque sea en su cumpleaños, es porque me sale del corazón. Mientras más
mayor me hago me voy desprendiendo más fácilmente de las cosas que no van
conmigo aunque sepa que haya gente que no lo entienda. Creo que el "no-regalar" no está reñido con la amistad, al menos para mí.
¿ A que ahora
que sabéis este pensamiento mío, ya no queréis que os regale algo si no lo
siento? Porque en el fondo pensáis como yo. Buen finde.
ROCIO