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lunes, 24 de marzo de 2014

¿QUÉ PUEDO HACER CON EL VINO QUE SOBRA?

De nuevo abusando de la confianza de mi amigo Jamie Oliver, os voy a contar un secreto culinario. Últimamente me estoy aficionando a esto del arte de la enología (dicho con mucha exageración). Es cierto que no soy muy "vinera", a pesar que la compañera del blog tiene algún que otro conocimiento para reconocer un buen vino. Y me siento una ignorante a la hora de pedir una copita de vino y que me pregunten: ¿Qué vino quieres?. Porque no se distinguir ni las clases de vino, ni los nombres, ni los distintos aromas, ni nada por el estilo... por eso muchas veces opto por decir: "Póngame mejor una caña". Ya veis que lo cierto es que la enología es una de mis asignaturas pendientes... algún día me codearé con un "Vega-Sicilia" y tengo que estar preparada. 

El motivo de este post, es para dar una respuesta a los que no acabamos las botellas de vino en casa. Yo a veces compro botellas cuando tengo invitados, pero como no somos asiduos a beber vino en las comidas, si sobra algo, solemos tirarlo o llevar las botellas a casa de mis padres. Estos restos de vino no deberían  echarse a perder. Cuando leí el consejo de Jamie lo vi claro: hacer vinagre casero. Y como dice este famoso Chef, "un vinagre decente" porque estará hecho en casa y con un vino bueno. Además es una buena opción para regalar a los amigos y quedar como un auténtico gourmet. Además sabes que el vinagre es bueno para asentar el estómago, te ayuda a digerir y un montón de cosas más.


Hay muchas formas de hacer vinagre. La que os voy a contar ahora es muy sencilla. Se trata de dejar un par de frascos medio vacíos de cualquier vinagre destapados, en un lugar oscuro a una temperatura de 15-25ºC, durante unos quince días. Pasado este tiempo veremos que el vinagre se vuelve muy feo e incluso con una especie de babilla flotando en el líquido. A pesar de su aspecto deplorable, no lo tiréis. Es lo que servirá de bacteria para posteriormente agriar el vino y convertirlo en ácido.  Y por cierto, !no toquéis ese líquido porque destruiríais la bacteria y todo el proceso de fermentación!. En  este líquido resultante o "madre" de la vinagre,  echamos el vino que sobró y  que no vamos a  tirar. Cerramos la botella y al cabo de un par de semanas ya tenemos un nuevo vinagre para usar. Cada vez que usemos dicho vinagre debemos agitarlo para que el oxígeno se mezcle con el vinagre. Un consejo: necesitareis un recipiente idóneo para hacer estas mezclas y no estropear el proceso. Lo mejor es un contenedor de vidrio o de barro cocido esmaltado. Lo peor que va es el aluminio, el hierro y el plástico porque estropearían el vinagre. Y todo muy limpio, espero que la babilla que se forma sea del propio vinagre y no de no haber limpiado bien la vasija. En fin...

Para terminar no dudéis en hace vinagres aromáticos. Una vez hecho el vinagre podemos meter en la botella diferentes aromas. El que más nos guste (tomillo, pimienta, ajo, laurel, orégano, tiras de piel de limón, semillas de mostaza, etc). Cerramos la botella y la guardamos. En un tiempo el vinagre irá cogiendo el sabor  de las especias. 

Y si hacéis un bonito frasco, etiquetándolo, poniendo unos lazos, unas bolsitas de cartón divertidas. Al gusto de cada uno... y luego lo podéis hasta regalar. Será un buen regalo. 

Aquí os dejo otros enlaces para ver distintas maneras para hacer un vinagre casero: 

http://lallegrialaguerta.wordpress.com/2012/08/27/hacer-vinagre-casero-de-forma-facil/

http://www.ecoagricultor.com/

http://www.innatia.com/s/c-trucos-de-cocina/a-como-hacer-vinagre-de-uva.html

http://es.wikihow.com/hacer-vinagre

ROCIO





miércoles, 17 de julio de 2013

MONSTER HIGH VERSUS PRINCESAS DISNEY

   En Gijón me quedan pocas amigas, pero de las buenas. Es lógico que me queden pocas porque llevo veintiún años fuera de allí y tampoco me he molestado mucho en contactar con gente del colegio o del instituto. Además, no paso tanto tiempo allí como para necesitar mucha más vida social. Con ellas me basto y me sobro. Son amigas desde hace mucho tiempo, esto ya lo he dicho en otros post, desde la más tierna infancia. Dos de ellas son Rocío y su hermana y las otras dos Ana y Sandra. Ya sabéis que esta última vive en Tenerife, pero en verano está en Gijón y nos vemos. De hecho, yo pido mis vacaciones en función de las de ella para coincidir. Así es la cosa.
Pues bien, el viernes pasado las junté a todas y salimos de farra. Sé que mezclar pandillas no siempre funciona, pero estaba completamente segura de que no iba a fallar. La idea fue de Rocío. Habíamos planeado una cena para nosotras tres (ella, su hermana y yo) y me dijo “¿por qué no les dices a Ana y Sandra que vengan?”. Me puse muy contenta cuando todas aceptaron, sobre todo Ana, que siempre anda cansada. Pues flaqueó en algún momento antes de salir de casa, pero después estuvo animadísima. El ambiente de preparativos fue de lo más divertido. Ana dijo que se lo iba a poner todo. Tenía dos vestidos para estrenar (yo pasé miedo, pensé que se iba a poner los dos a un tiempo), unas sandalias de cuña y se iba a pintar mogollón. Iba a usar y abusar de cosas tan inusuales como el iluminador y el antiojeras. Como preveía venir andando desde el barrio periférico donde vive, después de recoger a Sandra, decía que seguro que llegarían como dos Monster High viejas: Derrengadas y con toda la cara llena de churretones. Esto es como lo de las Barbies geriátricas de Vicky Beckam, pero en versión más actual. Nada más lejos de la realidad, llegaron a la cita como dos adolescentes: frescas y lozanas.
   Sandra llevaba unas sandalias de tacón de aguja de alrededor de veinte centímetros. Pecata minuta para ella. Aquí hago la puntualización de que tanto ella, como Ana, como servidora medimos 1,75 m. Me quito el sombrero por la elegancia y naturalidad con las que caminó toda la noche allí subida.
   Yo estaba muy nerviosa porque sabía que había mucha competitividad. Las mujeres somos así. El pelo me quedó fatal, era una mezcla entre un pelocho y Puyol, pero me preocupaba más la ropa. Me probé varias cosas y me decanté por el blanco integral hippy-chic. Lástima que Rocío y su hermana también se decantaran por el mismo color y el mismo estilo. Parecíamos las chicas del coro de Julio Iglesias. Para otra vez hay que consensuar antes. Es fundamental.
   Pues eso, que yo estaba en éxtasis de la ilusión y tenía entusiasmo para regalar. Tal y como había planeado salió todo genial, como si nos conociéramos todas de toda la vida. Muchísimas risas, vino (desde aquí mis disculpas por romper una copa en un garito de cuyo nombre no quiero acordarme), buena comida, más risas, más vino, muchas anécdotas, consejos, críticas (siempre constructivas) a nuestros maridos, novios y simpatizantes, dolor de barriga de las risas, dolor de cabeza al día siguiente del vino... Rocío recordó el famosísimo viaje a Londres que hicimos hace varios años. Qué juego nos da. Es que la dueña de la casita maravillosa donde se hospedaba su hermana (Ro y yo estábamos en un Bed & Breakfast mucho más cutre) era hipercomplaciente y ella estaba superestreñida...y... bueno, que nos dio para imaginar mucho.
   Espero que salgamos más veces. Desde aquí lo propongo. La semana que viene cuando vuelva a Gijón ¿vale chicas? Ah! También quiero aprovechar para dar las gracias a todos los colaboradores que se quedaron cuidando a nuestros hijos esa noche y al novioparejamarido de Rocío que nos repartió por nuestras casas en su maravillosa furgoneta. Él venía de cenar en la sidrería Tropical, que vaya un nombre para una sidrería.
   No tengo fotos del encuentro, pero he buscado imágenes de las Monster y me han molado. Me pido la rubia!!!
   De todas formas, yo a mis amigas las veo más bien como Princesas Disney: Guapas, dulces, elegantes, con buen corazón, bellas por dentro y por fuera... Por eso la imagen que más me gusta para ellas es esta:

Un besazo para las cuatro. O uno para cada una, vaya.

ROSA